miércoles, 16 de diciembre de 2020

Paciencia de amor

 


¿Que si yo puedo esperarte?
Tengo el tiempo de la luna
amontonado en mis manos
y lo suelto de a trocitos,
muy despacio, cada tanto.

Tengo arena demorada
para contar tus espacios
y la dejo a mis costados
para no sumar ausencias,
ni acumular los fracasos.

Tengo el cierre del invierno
esperando por tu abrigo
y aunque ahora ya haya sol,
se recuesta al lado mío
para decirme tu amor.

Tengo tus ganas guardadas
ordenadas en racimos,
ellas y yo conocemos
tus deseos, el delirio
que liberás cuando llegan
los encuentros clandestinos,
esos que inventamos juntos
para ocultarnos del ruido.

Que si yo puedo esperarte...
Esta vida y tantas más
que escribieran en la aurora,
yo te estaré navegando
como el mar a la memoria.


María Inés Iacometti

viernes, 20 de noviembre de 2020

Me perdono


En honor y por amor a mi vida

me perdono.

Por no brindar por ella cada día.

Por olvidar las tantas veces
que defendió esta piel
estos huesos que pasan y serán polvo
pero que me permitieron ser.

Ser tangible
tal vez
para que convencida de mi existencia
la muestre a los demás.

Dicen que el alma no tiene formas.

Me perdono entonces
por ignorar la forma que encontró mi alma
para que yo sea.

Me perdono porque esa forma
a pesar de mí y de muchas adversidades
se transformó en vida.

Mi vida.

Y es hoy
     y se pasa
            y tal vez no vuelve
o no de esta manera...

En honor y por amor
me perdono por tanto rechazo y tanta desidia.

Por tanta culpa miserable y tan poca alegría.

Por no llevar un registro preciso y precioso
de cada instante.

Por elegir recordar solo algunos momentos
y olvidar los otros, que son mayoría.

Por no hacer más cosas
o por hacer de menos.

Por no celebrar cada palabra.

Me perdono...

Por lo no dicho y porque además

es tiempo de hacerlo.


María Inés Iacometti

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Mujer de paz


Si quise animarte al vuelo

fue porque te vi vencido

y también estuve ahí.

Si intenté comprender tu desazón
fue simplemente
       porque ya junté mis pedazos.

Si te alenté los sueños
fue porque sé lo que es vivir
el desierto de una noche.

Si a pesar de irme
        no te abandoné
fue porque sé que podría romperte

y soy mujer de paz.


María Inés Iacometti

Poetas



Clama la tierra sedienta

por una semilla de paz.

Necesita la lluvia que trae el amor.

Necesita de vos
de mí
de nuestras palabras.

Necesita de poetas.

María Inés Iacometti

jueves, 5 de noviembre de 2020

Señales


En mis manos
¿la brisa o el reloj?
¿La esencia de la tierra
impregnada en llanto
o el débil pulso del tiempo?

Las palmas duelen silencios
y claman formas.


Los surcos tenues
se interrumpen la continuidad.
Recortan destinos.

Y viene más espacio de viento
a barrer milagros.

No será cuestión de trazos
el encuentro.
Será la vida acercándonos.

Será el unísono perfecto
que muestre quiénes somos.

Será el cielo abierto y azul.
Su paz, su cobijo...
Serán la confirmación.


María Inés Iacometti

domingo, 1 de noviembre de 2020

¿Qué importa?



 

Si venimos de la arcilla, papel, barro, cartón o piedra preciosa que brilla como una gran creación o la más humilde entrega.


Si somos producto de un sueño o de alguna pesadilla.


Si fuimos milagro esperado, torpeza, molestia, descuido, sorpresa bien recibida o desvío no aceptado.


¿Qué importa? 


Si igual vinimos, si somos, si estamos y tenemos una vida que se escapa de a segundos.


¿Qué importa? 


Si en un "de pronto" seremos pobres inertes y no hay distinción de cuna, ni raza, ni idea que vaya a poder impedirlo.


Qué importa cuántos aciertos si siempre se notarán los errores...


Hay que animarse a vivir, a pesar de todo, de nosotros, de los otros, de todos.
 

Hay que animarse.
 

Y es urgente.

 

María Inés Iacometti

viernes, 30 de octubre de 2020

Migajas


Se me parte el corazón cuando te vas
y parten a tu paso, mis migajas.
Trato de juntarme, consolarlas...

Algunas no quieren dejar tu rastro
porque desde allí te esperan.
Otras, livianas, se sueltan,
pero subidas al viento
te embriagan con mi perfume
te buscan y al fin,
te encuentran.

Entonces vuelve el latido
se restauran las arterias.
Fluye la sangre con ritmo
de escritor en hoja nueva.

Y se celebra el reencuentro
con ternura en plena siesta.
Vuelve el canto a la garganta.
Vuelve el amor a la escena.


María Inés Iacometti

miércoles, 28 de octubre de 2020

Con cicatrices... Lastimados


No hay sosiego

para el sentir descalzo de esperanza.
Las piedras punzantes
lastiman plantas y sienes.

Se debilita el paso.

Cansado y doliente pide tregua,
hace pausa a un costado del sol.

El camino transitado muestra espinas.
Sin embargo, hasta acá llegamos
y luchamos por seguir…

Por saber qué hay del otro lado
nos subimos a la reverberación de una sonrisa,
nos bajamos del sobresalto del llanto
y seguimos avanzando hacia la meta
con cicatrices, lastimados,
pero aún así
agradecidos por el amor,
porque el mundo gira pronto
y nosotros, aun con tropiezos,

lo estamos caminando.


María Inés Iacometti

domingo, 25 de octubre de 2020

Extrañarte


¿De qué color es tu aroma
que me tiñe el alma
y me sonroja las yemas?

Queda impregnado en mi frente
hasta derretirse el alba.

Queda tejido en mis sueños
para despertarme...

¿De qué color es tu aroma,
amor, que me empaña,
y me acaricia despacio
como susurro de luna?

Tal vez puedas decirme
de tus matices guardados...

Quiero palparte en tu aroma.
Urge acercarme a tus ramas.

Necesito saberte, amor.


¿Y si nos robamos?


María Inés Iacometti

jueves, 22 de octubre de 2020

Mi lugar


Si por este atrevimiento de rozarte con palabras,

mis hojas secas sacudieron su penumbra, buscaron sol,
vieron rocío, volaron brisas y bebieron atardeceres…

Si por este don maravilloso de poder amar
abrí tus puertas y ventanas,
me colé en pétalos y cálices,
estremecí de aromas frescos
tus pálidos vacíos,
timoneé el barco de tus sueños
y juntos, desvestimos al río…

Si en esta intensidad que hoy siento
te encuentro repetidamente,
con ansias de pichón
y alas maduras invitando al vuelo…

Puedo declararte mi lugar.
Te nombro mi estrella y mi luna más cercana.
Te reconozco mi paz y mi tormenta.
Porque yo, toda ola despeinada,
agradezco tu existencia de calor y frío,
agradezco tus mensajes de pasión
y vuelvo a elegirte mi playa.


María Inés Iacometti

martes, 20 de octubre de 2020

Incierto

 


¿Quién podría tomar cartas

en asuntos del destino?
¿Quién se animaría a predecir
con plena certidumbre
la longitud del tallo
de una rosa?


¿Quién
en el letargo del sol
cuando se presiente el ocaso,
podría arriesgar
el color del próximo amanecer?
 

¿Quién
por más experto en pericias acordes
puede arriesgar sin mínima duda,
el tono de voz de algún desconocido?
 

¿Quién
en esta extrema debilidad
de tiempos raros
y constantes vaivenes
podría aseverar un Diciembre?
 

Estése tranquilo corazón.
 

Sosiegue sus ansias.
 

Que el paso tenga el permiso urgente
de los pies.
Y en el alma,
con las manos en sincrónica labor
estallen besos y versos.
Lo demás... 

¿Quién lo sabe?
Es incierto.


María Inés Iacometti

jueves, 15 de octubre de 2020

Esperanzas maduradas

Casualmente me laten las ganas de vos
cuando el aire se inquieta con preguntas
o la mirada no se encuentra con los ojos
o las sienes se bifurcan en mil caminos impensados
como ramas,
como raíces,
soportando y soñando
o soñando y soportando.

Casualmente necesito detenerme en vos
cuando el tren del universo nos repite
que estamos en marcha,
que los letargos son pasado
y que las metas están más cerca que nunca.

Evidentemente no es casual llegar a vos
para buscar el alivio de mi aliento,
el reposo en los brazos que calman a mi espalda,
el sereno silencio que nos relaja y prepara
a poder seguir viviendo en las luchas profundas,
en las sedes que no cesan,
en las subidas ansiadas a los sueños clandestinos
o en los sueños más tardíos
de esperanzas maduradas.


María Inés Iacometti

domingo, 11 de octubre de 2020

MAÑANA DE LIBERTAD

 


Debajo de las cáscaras de piel
estoy yo.

Yo, con esta mínima presencia
al universo
pero con esta magnitud de vida
tan inabarcable
que de pronto
me sorprendo
enrollando mis propios hilos
tendidos
hacia innumerables otros
que a veces los cuidaron
otras los soltaron
y muchas,
los dejaron pasar.

A mi vez...
¿cuántos hilos he cortado?
Desde mi memoria
son tan escasos
que los dedos de mis manos
podrían asistirme sin dificultad,
para contarlos.

Sí, lo confieso.
He cortado hilos
no por malos (aunque los ha habido
y muy cerca)
sino por el ejercicio de mi libertad
aprendido a los tumbos
a desgarros
a costo de sufrimientos evitables...

Evitables, sí. ¡Qué torpe suena ahora!

Y es que
si supiéramos, al involucrar
nuestras emociones
en nuevos hilos tendidos,
los riesgos que ello implica,
quizás
nos quedaríamos con el ovillo armado
guardado
intocable
resguardado en nuestras profundidades.

Pero...
¿De qué serviría el no-riesgo?
¿Seríamos más libres?
O al menos, más sabios,
menos lastimados,
más plenos...

Debajo de las cáscaras de piel
estoy yo.

¡Yo!
Que también soy cáscara
por lo tanto... También soy piel.

Y me renuevo en cada descamación
ya consciente.
Sin esperas de más
para darle luz a las ideas.
Sin el miedo que me infligían
los ojos ajenos
anidados al nivel de mi nuca
o establecidos cómodamente
en mi frente.

Es mañana de confesiones.
Porque sí.
Porque me salen
y porque me asisten urgidas.

Es mañana de más libertad.
Más entrega.
Más siembra de caricias
hechas palabras.

No soy más que ayer.
Sigo siendo una minúscula expresión
de latidos inaudibles desde afuera.

Sin embargo
yo los oigo
y allí es
donde mi libertad,
comienza.

---
María Inés Iacometti
SANTA FE - ARGENTINA
10/10/2020

jueves, 8 de octubre de 2020

Entrega

Deshacerse en el mensaje de las horas...
¿Será como el desgarro de verse incomprendido?
¿Hallarse entre mil granos de arena y esparcirse
montados en el viento, ya amo, ya destino?

Desmayarse de las mayas invisibles
que aíslan o interpelan al punto del ahogo.
Desangrarse quizás, de las gotas que amenazan
con irse para siempre vestidas en el lodo.

Deshilacharse en los caprichos de la aurora
que ve tendidos harapos de las almas,
que toman por el filo desamor y odio,
tormenta irrenunciable herida entre las ramas...

O solamente será una simple entrega
-fugaz presencia jamás asida a nada-
que muerde instantes y los transforma en dulces,
que siembra, sueña y se va en la madrugada.


María Inés Iacometti

Poetas

                            



(Reflexiones)


Qué sería de los poetas
si el cielo se secara de palabras.
Si cansado de brillar,
se escurriera de ideas
y guardara
en sus bolsillos de nubes
hasta el más breve de los signos...

¡Qué sería de todos
sin el cielo!



María Inés Iacometti

viernes, 2 de octubre de 2020

Hemorroísa

Sangré tantas veces
palabras,
verdades,
mentiras,
sueños,
errores,
alas partidas.

Sangré esperas,
malos entendidos,
peores intenciones.

Sangré un pueblo
en mis hijos.
Y sonidos.
Y seres queridos
muertos.

Sangré con el mismo cielo
al despedir el sol...

Sangré y sangro
todos los días

un poco de vida.


María Inés Iacometti

jueves, 1 de octubre de 2020

Quiero contarte...

 


 Hay un horizonte
que cuando late,
se deja tocar.

(No sé del todo
si late él
o lato yo).

Lo cierto es que,
al teñirse de verde,
el horizonte se amansa
se acerca,
acurruca sus afanes
justo al alcance de mis yemas.

(Mi osadía no ha intentado tomarlo
por temor a que su instinto huidizo
se despierte
y vuelva a alejarlo).

Solo las caricias le sientan bien.

Cuando descansa en mí
se lo percibe liviano
como un mínimo abrigo de plumas
que se derrama
buscando hasta el último rescoldo
-en la piel-
que pudiera estar
desamparado.

Me permito el encuentro.
Él, se permite mis manos.

Lo recorro serena
como si su línea fuera nueva,
como si tuviera que dibujarla
para ofrendársela,
sin tinieblas
con trazo preciso
solo de hierba
así no vaya a confundirse
con fronteras...

El horizonte
debe ser libre de alcanzarnos
y de dejarse alcanzar
conforme al sentir de su esencia

Vivimos dando pasos en falso.
Titubeamos en nuestra carrera.
Avanzamos tres,
retrocedemos ¿cuántos?

Esperamos al futuro
expectantes
y olvidamos
que ya es, de nuevo,
primavera...

El horizonte se aquieta
cuando sabemos mirarlo.

Su reposo es invisible,
no se sabe
no se encuentra
y domar,

jamás se deja.


María Inés Iacometti

miércoles, 30 de septiembre de 2020

El miedo

Supuse la ternura solo con mirarte
y las calles se deslizaron debajo de nosotros
como pidiendo prestadas las sombras al sol.

Las agujas del​ día
se sintieron urgidas por un poco de descanso
y recostaron sus esmeros en la arena
para no anunciarse,
para no apurarnos.

Hubo brisa.
O tal vez, solo suspiros abrazándose,
fundiéndose en estelas sedosas
de miel y libertad.

No interrumpimos nada pero detuvimos todo.

Incluso...
 

            El miedo.

María Inés Iacometti
 

lunes, 28 de septiembre de 2020

Descanso

Ese silencio que tantas veces aturde,
hoy me hace falta.

Necesito los instantes que acunan
sin el apuro del afuera,

sin la catarata de preguntas
que atosigan cualquier respuesta.
Sin el empujón que obliga al vuelo
antes de haber reconocido el aire.

Mis alas quieren el descanso,
el mimo que tranquiliza,
la pausa que protege,
el vaivén que reconforta.

Abandonarme al cuidado de otro tiempo
en el que nada podía perturbar la brisa impregnada de vida
y de pájaros.


María Inés Iacometti

domingo, 27 de septiembre de 2020

Al inmigrante

Si no hay alfombras
ni espejos vedados
en el camino
o el descanso
de tu historia.

¿Por qué no mirarte también
desde afuera?
Desde la solapa inmensa
de tu espacio
colorido y noble
para tratar
de interpretar tus sombras,

y perdonarlas
cuando se te enfrentan.

Así
se hará más sencilla tu existencia,
más leve tu derrota,
más pacífica tu espera...

Tu sangre se prolonga
en las arterias de la vida
y sigue fecundando
tu palabra,
que es semilla

en esta tierra.


María Inés Iacometti

sábado, 26 de septiembre de 2020

Reflexiones en voz alta


Conviene la paz que surge de la raíz más profunda
a la calma aparente que navega el horizonte,
ocultando el bullicio de agua.

Conviene el silencio que se elige por prudencia,
ese que duele y cuesta
pero que se ofrece
aún teniendo mil razones que poner sobre la mesa.

Conviene el abrazo que protege y serena
al que se impone porque sí, porque vale,
porque es el que mejor nos queda…

Conviene que el alma se vista de paciencia ante el tumulto
y que se inquiete solo con caricias,
solo con besos que se dibujan como a la creación, perfecta,
con el cuidado obsesivo del artesano
y con las pieles expuestas.

Conviene la sabiduría del tronco
al esplendor efímero de las ramas.

Conviene el arrebato pensante,
el que visita pero no molesta,
el que se expresa con la mirada
y te lleva a sucumbir en plena siesta.

En síntesis y para desvariar,
nos conviene el amor…
Ese que de pronto nos sonríe
y que a veces, nos despierta.

María Inés Iacometti

martes, 25 de agosto de 2020

Al oído

Hablarte en susurros y al oído
es como pedirle su guiño al viento
para que, escondida entre sus brazos,
me permita rozarte, merodearte,
calmar tu fiebre de nostalgias,
 

y amarte...

Es suavizar mi voz hasta el punto
en que solo suenen en ella
mis sentimientos profundos,
esos, que solo a veces digo.

Caminarte como en puntas de pie
recorriendo tu delirio en imaginarias olas
que de a ratos, tienen riendas,
de a ratos, se desbocan.

Ser torbellino y calma.
Enredadera y túnica blanda
que se enlaza y se funde con tu piel
desde muy cerca
y también a la distancia.

Susurrarte es jugar a contenerme,
dosificarme las pasiones,
las palabras...
Es dar paso solo a la ternura
y que, de a tramos,
se vaya tiñendo de ganas.

Es rico y fresco
y es todo lo demás.
Es lo que vivimos o soñamos.
Lo nunca perdido, lo rescatado...

Hablarte con susurros, al oído,
es revelarte de a poco mi verdad
pero sin que jamás
vaya a enterarse nuestro destino.


María Inés Iacometti

lunes, 24 de agosto de 2020

Un pacto

Se impregnaron de eneros
cuando todavía el invierno
habitaba los techos y las ramas.

No sabían qué sería
de ese momento mágico,
encontrado, repentino,
que se abrió paso
entre dos estrictas soledades.

Nadie llamó a nadie.

Todo se creó ante ellos.

Él entregó caricias nuevas
y ella las recibió.

Lo demás, es un pacto

entre la aurora y los dos.

María Inés Iacometti

jueves, 13 de agosto de 2020

Irremediablemente I

Presiento
que a partir de esta noche
mucho más, voy a quererte.

Y es que el cielo,
en su generosidad inmensa,
me ha mostrado
el más cóncavo de sus rincones;
ese, que te cobija en los sueños.

Sucedió que,
en un contexto de invierno,
me ha encontrado herida, desolada.
Tuvo entonces que retirar el velo
que cubría tus ansias
y hallarme así descalza,
con el pelo envuelto
en la semi penumbra de estrellas,
y en tu mirada.

Presiento que voy a quererte
mucho más
a partir de esta noche.

Me ha dicho el viento
que si no encuentra consuelo
en tu pecho,
podría morir
con tu nombre en otros labios
porque nos ha preferido​
en los arcones del tiempo,
porque solo es con vos
que se presenta tangible
mi horizonte, mi universo.

Me ha susurrado su intento
de ensancharnos las fronteras
para pensarnos bien lejos
y me contó su fracaso
en ese insólito esfuerzo.

Presiento que voy a quererte
mucho más
a partir de esta noche.

Por el simple milagro de verte
acurrucado en mis brazos,
descansando tus deberes
en mi regazo sediento
que no pretende otra cosa,
otro espacio, más lugar
que navegar en tu frente
y meditar
los secretos de esta vida,
perdida y hallada en tu amor,

irremediablemente.

 

María Inés Iacometti

martes, 11 de agosto de 2020

En el negro de tus ojos


Hago una pausa en el encuentro

y me adentro en el negro de tus ojos

solo por compartir un rato

de esa oscuridad

-que sin que lo notes-

de a trozos,

          me invita.


Cuando lo logro,

cuando ejerzo tu sutil permiso

para perderme en vos

-absorta por el trayecto-

elijo dejar de avanzar.

 

Me detengo a contemplarte.


Debiera sentirme encerrada

en la noche de tu cielo,

perplejamente sofocada

por tu puerta imaginaria

desvanecida

al quedarse atrás...


Pero allí,

en el sitio que nadie alcanza

-abismo tembloroso

de lunas y siembras-

me enfrento a tu luz

jamás evidente,

que se esconde, que es esquiva

y ahora sé,

que se reserva.


Muero de a gajos

en tu remolino acompasado

que me unge

y dulcemente

me despoja de tinieblas.


Avanzo,

me adentro y quiero más.

Beber de tu luz nueva

imperceptible desde afuera

tan cálida desde adentro,

tan idilio, tan estrella.


Recorro otro ratito de tu esencia

y escucho mi nombre

en tu torrente.

Sonrío mientras tu risa

surge de tus entrañas.

La veo, nos veo,

encadenados y sueltos,

inventándonos

mutuamente, la paz.


Entonces

tu risa

-otra vez-

y mis ojos


en el negro de tus ojos.


María Inés Iacometti