Hago una pausa en el encuentro
y me adentro en el negro de tus ojos
solo por compartir un rato
de esa oscuridad
-que sin que lo notes-
de a trozos,
me invita.
Cuando lo logro,
cuando ejerzo tu sutil permiso
para perderme en vos
-absorta por el trayecto-
elijo dejar de avanzar.
Me detengo a contemplarte.
Debiera sentirme encerrada
en la noche de tu cielo,
perplejamente sofocada
por tu puerta imaginaria
desvanecida
al quedarse atrás...
Pero allí,
en el sitio que nadie alcanza
-abismo tembloroso
de lunas y siembras-
me enfrento a tu luz
jamás evidente,
que se esconde, que es esquiva
y ahora sé,
que se reserva.
Muero de a gajos
en tu remolino acompasado
que me unge
y dulcemente
me despoja de tinieblas.
Avanzo,
me adentro y quiero más.
Beber de tu luz nueva
imperceptible desde afuera
tan cálida desde adentro,
tan idilio, tan estrella.
Recorro otro ratito de tu esencia
y escucho mi nombre
en tu torrente.
Sonrío mientras tu risa
surge de tus entrañas.
La veo, nos veo,
encadenados y sueltos,
inventándonos
mutuamente, la paz.
Entonces
tu risa
-otra vez-
y mis ojos
en el negro de tus ojos.
María Inés Iacometti
El corazón...el alma es un recinto y como tal impenetrable. Por lo general el ser humano es celoso,muy celoso con lo que en ese recinto,guarda.
ResponderBorrarCon M. Inés I.en lo q respecta a su poesía,sucede todo lo contrario. El ojo escrutador o fisgón nunca tendrá cómo agregar morbo o misterio porque esta poesía es una caja de caudales,cuyo vuelo es propio,muy propio. Hoy son unos ojos,mañana sin ninguna dificultad otro color...otra textura. Otras sensaciones.
De esa poesía que no atropella la palabra, que la enaltece. Poesía que da gusto leer. Esa es la poesía de M.Inés I.M.
Saberme en las palabras, de a trocitos, me aliviana y comunica con espacios de otros corazones. Eso es mágico y tus comentarios son perlas que se atesoran en la memoria y el alma. Gracias José. 🌹
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