viernes, 16 de febrero de 2024

Él sabía


Él sabía que yo

no volvería a estar en sus brazos.
De todas formas
decidió arroparse en mí
como un pichón empobrecido
de alas y cariño.

Él sabía que yo
no me detendría en su mirada.
Sin embargo
eligió mirarme
hasta que mi imagen se escurriera
de tal forma en su ser
que me dejara tatuada
más que en su piel
en sus entrañas.

Él sabía que yo
no ofrecería continuidad de besos.
De igual manera
optó por besarme todos los minutos
todas las instancias
las palabras
los verbos
los gestos
la templanza...

Y aunque él sabía que no me quedaría
se derramó en halagos
empecinó sus formas
tendiéndolas claras
hacia mí.

Inmortalizó las charlas
pintó indelebles mis gustos
y los retuvo para replicarlos
en mi ausencia.

Él sabía que yo
no lo amaba
pero quiso jugar a soñar
y remontamos el vuelo
que por breve,
no se desdeña.

Agradezco y sigo
consciente de mis huellas.

Él sabía que yo
no hablaría de regresos
sin embargo me pinta
me escribe

me sueña.

María Inés Iacometti

lunes, 12 de febrero de 2024

Desde esa noche




Una noche morirán las palabras 
escribió Leva Cosanovich 

Lo leí ayer
y quedé meditando...

Desde esa noche 
entonces
moriría igual la canción
y el grillo solo sería 
molestia
por su recuerdo.

Quedaría sin luz
el pimpollo
y se dejarían vencer
las alas.

El llanto vagaría
incomprendido
inexplicado
y el río no tocaría
más luna.

Desde esa noche
ya sin palabras
el pan no sería...
(El trigo mudo
no es igual).

Y el verde se haría
infértil
irremediablemente
como un vientre
sin útero.

Las hojas
se parirían a sí mismas
sin nostalgia de rama
ni de árbol.

No habría
nubes con formas
en el cielo,
en el pensamiento.

El deseo
no se expresaría
y los besos
despoblados
no dirían amor...

Qué hueco en las entrañas
me caló aquella frase.

Espero

por piedad

no se cumpla.


María Inés Iacometti

(Sergio Leva Cosanovich - escritor, poeta, oriundo de la provincia del Chaco, reside desde hace años en Buenos Aires).

sábado, 6 de enero de 2024

Muecas



Los vidrios

en las ventanas

hacen muecas extrañas.


¿No los vieron?


De pronto

sonríen al ritmo de la lluvia

y a su par, lloran

pequeños hilos serpenteantes

como deshielos

en angustias simuladas

o ajenas

porque... ¿qué angustia

podrían tener ellos?


Los vidrios cantan conmigo

y se expanden ante el trueno.


Se acampanan 

con los tañires cercanos

y hunden sus pechos

cuando elijo bruscamente

mi hermetismo.


Evaden al sol 

y a los ojos externos

en un guiño de cortinas

ante cualquier descuido.


Se agitan con el tren

en aviso o espera

(quién podría saber).


Se quiebran con ausencias.

Resisten los embates.

Se oscurecen y se lavan.


Me silban con el viento

y sin más temores

se cierran al pronóstico fallido

o al desencuentro.


De noche

también lo hacen.


Juegan con las sombras

de árboles y murciélagos.

No buscan el susto

ni el terror, jamás el miedo...


Los vidrios

en las ventanas

abrazan vidas.


¿No los vieron?


María Inés Iacometti


lunes, 27 de noviembre de 2023

¡Cómo!



Cómo no amarte en tus manos

milagro extendido

entre la tierra

             y la piel.


Cómo no buscar ese rincón en tus labios 

que me pronuncia 

             aún sin voz

en el gesto

              en la intención.


Cómo no amarte en cuanto te sé 

y en lo que me falta

con tus argumentos válidos 

y los que creo absurdos

que solo escucho para que a tu vez 

oyéndote

los refuerces y defiendas

                o descartes...


Cómo no interpretar tus silencios

si ellos me hablan de vos

y me llevan

directamente a tu almohada.


Intervenir la aurora

y dibujarte en ella.

Sembrarte de memoria

               a tientas.


Cómo no habitarnos 

mutuamente 

en esta impertinencia

que dice a gritos


                quiénes somos.


María Inés Iacometti

domingo, 13 de agosto de 2023

Externalidad


Cuando el espejo mira mi rostro
¿puede decirme quién soy?
¿Qué ve él de mí?
¿Estoy en él
o sigo estando tan en mí
que no logro contemplar
mi representación 
en su faz acuosa
        magnética
              enigmática?

Él me trae mi exterior
y yo sigo insistiendo en hallarme.
¿Cómo podría ver él
lo que quiero explicarle
si no descifra más 
que códigos gestuales?

Externalidad...

¿Yo soy la que él ve?

¿Cómo escribiría él
       en su pecho
lo que palpita en el mío
si no logra un mínimo rasgo
de mi sonoridad?
       Me he acercado
            en de prontos
       para ver si lo hallaba
       dibujándome con música
       y no ha sido posible escucharlo
            escucharme en él.

Mi espejo no habla.
Y creo que tampoco siente
porque puede imitar mis lágrimas
           a veces
pero por más que lo indague
no me devuelve motivos.
Sigue intentando copiarme.

Quizás
él sea más genuino que yo
o más sincero...

Dicen que los silencios hablan.

¿Por qué yo espero la irrupción de voz?
¿Acaso osaría él
decirme las verdades que yo
elijo callar?

O quiere mostrarme
las que tal vez
desde mí
no veo...


María Inés Iacometti

martes, 18 de julio de 2023

Cuando los silencios hablan



Si mis ojos te miran y al mirarte 
imploran compañía...
No hagas caso, 
es que a veces se cansan de los grises 
y necesitan alas.

Si mis labios dicen poco y callan mucho...
No escuches los esfuerzos al silencio, 
que pueden quebrarse 
y no entender distancias.

Si mis cejas se empecinan en arquearse
montadas en la espalda de un reclamo, 
será mejor que no las veas, 
pueden hablarte 
                        más que los labios.


María Inés Iacometti

miércoles, 15 de marzo de 2023

Y nos quedaste



Consuelo de mi alma.


Dulce néctar que va reverdeciéndome.

Estrella fugaz
decidida a olvidar su esencia
para quedarse conmigo
y consciente de su esplendor
habitarme.

Ademán primigenio no ejercido
que viene a ser en mí.

Anuncio resguardado
tan celosamente
que ni las hadas ni las aves
pudieron sospecharte en mi vida.

Melodía quieta de notas.

Cuando el universo descansaba de su obra
llamaste a mi puerta
como si todavía importara rescatarme
como si todavía
hubiera nuevas palabras que decir
y más sentires que estrenar.

No tuviste la cautela
de prevenirme a tiempo
y dejar que yo levante mis muros
cierre todas las entradas
encadene mis manos
apague mis ojos
duerma mis latidos.

Simplemente

en una eclosión inusitada
como si mi útero
aún estuviera en mi vientre
y a mis entrañas
les quedara vida,
me desdoblaste los contornos
por plegarlos con los tuyos;
me arrancaste la desidia crecida
sin temor a su condición
y me amaste, simplemente,
me tomaste para no dejarme ir,
con el firme propósito
de extinguir mis soledades.

A mí, que ya nada me anclaba,
me declaraste tu puerto
y nos quedaste
amor de nuestros últimos tiempos.


María Inés Iacometti