viernes, 30 de octubre de 2020

Migajas


Se me parte el corazón cuando te vas
y parten a tu paso, mis migajas.
Trato de juntarme, consolarlas...

Algunas no quieren dejar tu rastro
porque desde allí te esperan.
Otras, livianas, se sueltan,
pero subidas al viento
te embriagan con mi perfume
te buscan y al fin,
te encuentran.

Entonces vuelve el latido
se restauran las arterias.
Fluye la sangre con ritmo
de escritor en hoja nueva.

Y se celebra el reencuentro
con ternura en plena siesta.
Vuelve el canto a la garganta.
Vuelve el amor a la escena.


María Inés Iacometti

miércoles, 28 de octubre de 2020

Con cicatrices... Lastimados


No hay sosiego

para el sentir descalzo de esperanza.
Las piedras punzantes
lastiman plantas y sienes.

Se debilita el paso.

Cansado y doliente pide tregua,
hace pausa a un costado del sol.

El camino transitado muestra espinas.
Sin embargo, hasta acá llegamos
y luchamos por seguir…

Por saber qué hay del otro lado
nos subimos a la reverberación de una sonrisa,
nos bajamos del sobresalto del llanto
y seguimos avanzando hacia la meta
con cicatrices, lastimados,
pero aún así
agradecidos por el amor,
porque el mundo gira pronto
y nosotros, aun con tropiezos,

lo estamos caminando.


María Inés Iacometti

domingo, 25 de octubre de 2020

Extrañarte


¿De qué color es tu aroma
que me tiñe el alma
y me sonroja las yemas?

Queda impregnado en mi frente
hasta derretirse el alba.

Queda tejido en mis sueños
para despertarme...

¿De qué color es tu aroma,
amor, que me empaña,
y me acaricia despacio
como susurro de luna?

Tal vez puedas decirme
de tus matices guardados...

Quiero palparte en tu aroma.
Urge acercarme a tus ramas.

Necesito saberte, amor.


¿Y si nos robamos?


María Inés Iacometti

jueves, 22 de octubre de 2020

Mi lugar


Si por este atrevimiento de rozarte con palabras,

mis hojas secas sacudieron su penumbra, buscaron sol,
vieron rocío, volaron brisas y bebieron atardeceres…

Si por este don maravilloso de poder amar
abrí tus puertas y ventanas,
me colé en pétalos y cálices,
estremecí de aromas frescos
tus pálidos vacíos,
timoneé el barco de tus sueños
y juntos, desvestimos al río…

Si en esta intensidad que hoy siento
te encuentro repetidamente,
con ansias de pichón
y alas maduras invitando al vuelo…

Puedo declararte mi lugar.
Te nombro mi estrella y mi luna más cercana.
Te reconozco mi paz y mi tormenta.
Porque yo, toda ola despeinada,
agradezco tu existencia de calor y frío,
agradezco tus mensajes de pasión
y vuelvo a elegirte mi playa.


María Inés Iacometti

martes, 20 de octubre de 2020

Incierto

 


¿Quién podría tomar cartas

en asuntos del destino?
¿Quién se animaría a predecir
con plena certidumbre
la longitud del tallo
de una rosa?


¿Quién
en el letargo del sol
cuando se presiente el ocaso,
podría arriesgar
el color del próximo amanecer?
 

¿Quién
por más experto en pericias acordes
puede arriesgar sin mínima duda,
el tono de voz de algún desconocido?
 

¿Quién
en esta extrema debilidad
de tiempos raros
y constantes vaivenes
podría aseverar un Diciembre?
 

Estése tranquilo corazón.
 

Sosiegue sus ansias.
 

Que el paso tenga el permiso urgente
de los pies.
Y en el alma,
con las manos en sincrónica labor
estallen besos y versos.
Lo demás... 

¿Quién lo sabe?
Es incierto.


María Inés Iacometti

jueves, 15 de octubre de 2020

Esperanzas maduradas

Casualmente me laten las ganas de vos
cuando el aire se inquieta con preguntas
o la mirada no se encuentra con los ojos
o las sienes se bifurcan en mil caminos impensados
como ramas,
como raíces,
soportando y soñando
o soñando y soportando.

Casualmente necesito detenerme en vos
cuando el tren del universo nos repite
que estamos en marcha,
que los letargos son pasado
y que las metas están más cerca que nunca.

Evidentemente no es casual llegar a vos
para buscar el alivio de mi aliento,
el reposo en los brazos que calman a mi espalda,
el sereno silencio que nos relaja y prepara
a poder seguir viviendo en las luchas profundas,
en las sedes que no cesan,
en las subidas ansiadas a los sueños clandestinos
o en los sueños más tardíos
de esperanzas maduradas.


María Inés Iacometti

domingo, 11 de octubre de 2020

MAÑANA DE LIBERTAD

 


Debajo de las cáscaras de piel
estoy yo.

Yo, con esta mínima presencia
al universo
pero con esta magnitud de vida
tan inabarcable
que de pronto
me sorprendo
enrollando mis propios hilos
tendidos
hacia innumerables otros
que a veces los cuidaron
otras los soltaron
y muchas,
los dejaron pasar.

A mi vez...
¿cuántos hilos he cortado?
Desde mi memoria
son tan escasos
que los dedos de mis manos
podrían asistirme sin dificultad,
para contarlos.

Sí, lo confieso.
He cortado hilos
no por malos (aunque los ha habido
y muy cerca)
sino por el ejercicio de mi libertad
aprendido a los tumbos
a desgarros
a costo de sufrimientos evitables...

Evitables, sí. ¡Qué torpe suena ahora!

Y es que
si supiéramos, al involucrar
nuestras emociones
en nuevos hilos tendidos,
los riesgos que ello implica,
quizás
nos quedaríamos con el ovillo armado
guardado
intocable
resguardado en nuestras profundidades.

Pero...
¿De qué serviría el no-riesgo?
¿Seríamos más libres?
O al menos, más sabios,
menos lastimados,
más plenos...

Debajo de las cáscaras de piel
estoy yo.

¡Yo!
Que también soy cáscara
por lo tanto... También soy piel.

Y me renuevo en cada descamación
ya consciente.
Sin esperas de más
para darle luz a las ideas.
Sin el miedo que me infligían
los ojos ajenos
anidados al nivel de mi nuca
o establecidos cómodamente
en mi frente.

Es mañana de confesiones.
Porque sí.
Porque me salen
y porque me asisten urgidas.

Es mañana de más libertad.
Más entrega.
Más siembra de caricias
hechas palabras.

No soy más que ayer.
Sigo siendo una minúscula expresión
de latidos inaudibles desde afuera.

Sin embargo
yo los oigo
y allí es
donde mi libertad,
comienza.

---
María Inés Iacometti
SANTA FE - ARGENTINA
10/10/2020

jueves, 8 de octubre de 2020

Entrega

Deshacerse en el mensaje de las horas...
¿Será como el desgarro de verse incomprendido?
¿Hallarse entre mil granos de arena y esparcirse
montados en el viento, ya amo, ya destino?

Desmayarse de las mayas invisibles
que aíslan o interpelan al punto del ahogo.
Desangrarse quizás, de las gotas que amenazan
con irse para siempre vestidas en el lodo.

Deshilacharse en los caprichos de la aurora
que ve tendidos harapos de las almas,
que toman por el filo desamor y odio,
tormenta irrenunciable herida entre las ramas...

O solamente será una simple entrega
-fugaz presencia jamás asida a nada-
que muerde instantes y los transforma en dulces,
que siembra, sueña y se va en la madrugada.


María Inés Iacometti

Poetas

                            



(Reflexiones)


Qué sería de los poetas
si el cielo se secara de palabras.
Si cansado de brillar,
se escurriera de ideas
y guardara
en sus bolsillos de nubes
hasta el más breve de los signos...

¡Qué sería de todos
sin el cielo!



María Inés Iacometti

viernes, 2 de octubre de 2020

Hemorroísa

Sangré tantas veces
palabras,
verdades,
mentiras,
sueños,
errores,
alas partidas.

Sangré esperas,
malos entendidos,
peores intenciones.

Sangré un pueblo
en mis hijos.
Y sonidos.
Y seres queridos
muertos.

Sangré con el mismo cielo
al despedir el sol...

Sangré y sangro
todos los días

un poco de vida.


María Inés Iacometti

jueves, 1 de octubre de 2020

Quiero contarte...

 


 Hay un horizonte
que cuando late,
se deja tocar.

(No sé del todo
si late él
o lato yo).

Lo cierto es que,
al teñirse de verde,
el horizonte se amansa
se acerca,
acurruca sus afanes
justo al alcance de mis yemas.

(Mi osadía no ha intentado tomarlo
por temor a que su instinto huidizo
se despierte
y vuelva a alejarlo).

Solo las caricias le sientan bien.

Cuando descansa en mí
se lo percibe liviano
como un mínimo abrigo de plumas
que se derrama
buscando hasta el último rescoldo
-en la piel-
que pudiera estar
desamparado.

Me permito el encuentro.
Él, se permite mis manos.

Lo recorro serena
como si su línea fuera nueva,
como si tuviera que dibujarla
para ofrendársela,
sin tinieblas
con trazo preciso
solo de hierba
así no vaya a confundirse
con fronteras...

El horizonte
debe ser libre de alcanzarnos
y de dejarse alcanzar
conforme al sentir de su esencia

Vivimos dando pasos en falso.
Titubeamos en nuestra carrera.
Avanzamos tres,
retrocedemos ¿cuántos?

Esperamos al futuro
expectantes
y olvidamos
que ya es, de nuevo,
primavera...

El horizonte se aquieta
cuando sabemos mirarlo.

Su reposo es invisible,
no se sabe
no se encuentra
y domar,

jamás se deja.


María Inés Iacometti