Si mis ojos te miran y al mirarte
imploran compañía...
No hagas caso,
es que a veces se cansan de los grises
y necesitan alas.
Si mis labios dicen poco y callan mucho...
No escuches los esfuerzos al silencio,
que pueden quebrarse
y no entender distancias.
Si mis cejas se empecinan en arquearse
montadas en la espalda de un reclamo,
será mejor que no las veas,
pueden hablarte
más que los labios.
María Inés Iacometti