No hay sosiego
para el sentir descalzo de esperanza.
Las piedras punzantes
lastiman plantas y sienes.
Se debilita el paso.
Cansado y doliente pide tregua,
hace pausa a un costado del sol.
El camino transitado muestra espinas.
Sin embargo, hasta acá llegamos
y luchamos por seguir…
Por saber qué hay del otro lado
nos subimos a la reverberación de una sonrisa,
nos bajamos del sobresalto del llanto
y seguimos avanzando hacia la meta
con cicatrices, lastimados,
pero aún así
agradecidos por el amor,
porque el mundo gira pronto
y nosotros, aun con tropiezos,
lo estamos caminando.
María Inés Iacometti
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