Si te soñé en el extremo de mis debilidades
y me anclé en el desaire del crepúsculo.
Si te amarré a mi voz
solo con mi pelo suelto
y aun así, sofocados tus gestos,
decidieron dar espaldas a la luz...
Si te canté y me callé
según tus bríos o desdenes,
¿por qué seguiría sumida en congojas indecibles?
¿Por qué cabría
hecha un puño de impotencias
en el rincón de tu hacer,
hasta que el frío o la conciencia
subleven tus pasos hacia mí?
Si arrepentí mis ideas
por no lastimar las tuyas
y arremetí mis instintos por no desafiarte...
Si no me mueve el miedo
ni te necesito desesperadamente,
¿qué es esta torpeza
nublándome la garganta?
Esta opresión tan de ahogo
prendida justo en mi centro.
Este vacío como de útero extirpado
congelándome en un hoy, sin palabras.
Sueno a poco y a todo según tus haceres o decires.
Me espanta la idea de auroras sin saberte,
sin embargo,
me pueblo de mí y aunque naufrago,
salgo a flote, salgo a sol, salgo a vida,
tal vez, esperando que también resurjas,
tal vez, solo mostrándome
que puedo sola.
María Inés Iacometti
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