Supuse la ternura solo con mirarte
y las calles se deslizaron debajo de nosotros
como pidiendo prestadas las sombras al sol.
Las agujas del día
se sintieron urgidas por un poco de descanso
y recostaron sus esmeros en la arena
para no anunciarse,
para no apurarnos.
Hubo brisa.
O tal vez, solo suspiros abrazándose,
fundiéndose en estelas sedosas
de miel y libertad.
No interrumpimos nada pero detuvimos todo.
Incluso...
El miedo.
María Inés Iacometti
Efectivamente el miedo paralizante. El castrante. El inhibidor de sueños...de ilusiones, y con ello hasta de emprendimientos. Y el miedo pretexto para continuar en el más terrible de los anquilosamientos.
ResponderBorrarNuestra poeta, por vía de contraste apela al coraje, a la llegada de los tiempos atrevidos, jubilosos.
Poner sobre la mesa las cosas y emociones que molestan, sirven a la sanación. Gracias por tan bien leerme querido José.
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