Desde lo más recóndito
de este corazón
que tantas horas
te sirve de abrigo.
Desde el umbral
que baja a tus plantas
para ser apoyo.
Desde el hombro que se estira
o se ensancha
en honor y piedad,
en amor y gratitud
hasta tus lágrimas.
En el patio que se olvida,
en el minuto que aguarda,
en las cenas a medida,
en las sábanas...
Te siento.
María Inés Iacometti
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