Cuando me siembro de amor,
cuando me permitotamaña invasión
de un alguien,
me sumerjo de tal manera en él,
me dejo arrullar a tal punto
que incluso las ausencias
me nutren el fuego.
Me dejo impregnar
de sus verbos
y sus descansos.
Me entrego a sus frases,
a sus labios.
Me enciendo en las pausas.
Me calmo de encierros
y emprendo libertades
cautelosas,
obsecuentes.
Me sublevo
y con la misma bravura
suspiro,
silencio.
Cuando me siembro de amor
germino en mí misma
y florezco.
María Inés Iacometti
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