En el mar que me imagino,
te encuentro,
con el brazo largo
envolvedor de espaldas,
constructor de anhelos.
En el cielo que no alcanzo,
te sueño,
y puedo percibirte
entre reflejos calmos,
despejados espejos eternos,
colección de instantes
solo nuestros.
En la tierra que me envuelve,
te tengo,
con los lazos firmes,
raíces mezcladas,
enredadas, vivas,
albahaca y romero.
En el aire que me invade,
yo te siento,
por flotarme libre
en todo pensamiento,
por bañar mis sienes
de alivios certeros
y aumentar mi llama
cuando me oscurezco.
María Inés Iacometti
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