Cuando solo suponía perfiles
de alguna libertad prestada.
Cuando imaginaba siluetas
en el vaivén de la escarcha
confundida en la marea
de certezas tan ajenas,
como efímeras y falsas.
Ayer,
que me abrazaba a mí misma
para no darme vergüenza
y me cubría la espalda
por evitar la tiniebla.
Ayer
comprendí el real valor de vivir.
Y me hallé felizmente superada
por la razón de mis hijos.
Me supe aprendiendo
del color, los recorridos.
Dejé de temer a la sangre
y a la muerte,
y pude hablar con las dos.
Logré mi anhelo de paz
en territorios hostiles.
Ayer, justamente,
me decidí a nacer.
María Inés Iacometti
Haber...haber...no quiero pecar de subjetivo.Nada más que a mi humilde entender son pocos los y las poetas que logran plasmar con suavidad esas terribles circunstancias pobladas de derrumbes y de edificaciones.
ResponderBorrarMaría Inés lo logra y deja abierta la puerta:siempre se puede renacer.
Siempre es posible nacer de nuevo para mejor caminar. Gracias por tus palabras José. Ya sabés cuánto me halagan.
BorrarTe abrazo.