miércoles, 6 de enero de 2021

Que escribiera

 


A veces me preguntan
en qué parte de mi historia
estaba escrito que yo escribiera.

Entonces
sin respuestas inmediatas
decido evocar a ese río
que me tuvo entre sus brazos
y me acunó por un rato
cuando era muy pequeña.
Una parte de sus aguas
me habitó sin previo aviso
se entremezcló con mi sangre
por eso creo...
El río quiso
que yo le escribiera.

Luego llegan camalotes
a mi mente buscadora.
Ellos
viajeros constantes
nómadas de estas tierras
que por su esencia no arraigan
solo visitan orillas
transitan cauces bravíos
y salvan
como de paso
a alguna niña indefensa...
Se propusieron de lecho
para que no sucumbiera.

Los camalotes también
quisieron que yo escribiera.

Mi abuelo,
pródigo en dulces y sapiencia
que con un intenso rojo
alentaba mis dibujos
de trazos torpes y flojos tonos celestes
apenas adivinables.

Mi madre
con su entereza
protegiéndome del fuego y del frío,
contagiándome valor
aun sin creer tenerlo.

La espalda amplia de mi padre
su habilidad, sus manos,
su renovada destreza
que arreglaba hasta los sueños
desde el borde de una mesa.

Los domingos, mis hermanos.
Más adelante el amor, mis hijos,
los amigos que quedaron...

El sol, la lluvia, los vientos
y hasta la luna
-que no reclama-
-estoy segura, ahora sé,
quisieron que yo, con palabras
les dijera mis memorias
les rindiera mi homenaje.

La vida en fin
en resumen
me pidió que le escribiera.

María Inés Iacometti


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