miércoles, 30 de septiembre de 2020

El miedo

Supuse la ternura solo con mirarte
y las calles se deslizaron debajo de nosotros
como pidiendo prestadas las sombras al sol.

Las agujas del​ día
se sintieron urgidas por un poco de descanso
y recostaron sus esmeros en la arena
para no anunciarse,
para no apurarnos.

Hubo brisa.
O tal vez, solo suspiros abrazándose,
fundiéndose en estelas sedosas
de miel y libertad.

No interrumpimos nada pero detuvimos todo.

Incluso...
 

            El miedo.

María Inés Iacometti
 

lunes, 28 de septiembre de 2020

Descanso

Ese silencio que tantas veces aturde,
hoy me hace falta.

Necesito los instantes que acunan
sin el apuro del afuera,

sin la catarata de preguntas
que atosigan cualquier respuesta.
Sin el empujón que obliga al vuelo
antes de haber reconocido el aire.

Mis alas quieren el descanso,
el mimo que tranquiliza,
la pausa que protege,
el vaivén que reconforta.

Abandonarme al cuidado de otro tiempo
en el que nada podía perturbar la brisa impregnada de vida
y de pájaros.


María Inés Iacometti

domingo, 27 de septiembre de 2020

Al inmigrante

Si no hay alfombras
ni espejos vedados
en el camino
o el descanso
de tu historia.

¿Por qué no mirarte también
desde afuera?
Desde la solapa inmensa
de tu espacio
colorido y noble
para tratar
de interpretar tus sombras,

y perdonarlas
cuando se te enfrentan.

Así
se hará más sencilla tu existencia,
más leve tu derrota,
más pacífica tu espera...

Tu sangre se prolonga
en las arterias de la vida
y sigue fecundando
tu palabra,
que es semilla

en esta tierra.


María Inés Iacometti

sábado, 26 de septiembre de 2020

Reflexiones en voz alta


Conviene la paz que surge de la raíz más profunda
a la calma aparente que navega el horizonte,
ocultando el bullicio de agua.

Conviene el silencio que se elige por prudencia,
ese que duele y cuesta
pero que se ofrece
aún teniendo mil razones que poner sobre la mesa.

Conviene el abrazo que protege y serena
al que se impone porque sí, porque vale,
porque es el que mejor nos queda…

Conviene que el alma se vista de paciencia ante el tumulto
y que se inquiete solo con caricias,
solo con besos que se dibujan como a la creación, perfecta,
con el cuidado obsesivo del artesano
y con las pieles expuestas.

Conviene la sabiduría del tronco
al esplendor efímero de las ramas.

Conviene el arrebato pensante,
el que visita pero no molesta,
el que se expresa con la mirada
y te lleva a sucumbir en plena siesta.

En síntesis y para desvariar,
nos conviene el amor…
Ese que de pronto nos sonríe
y que a veces, nos despierta.

María Inés Iacometti