viernes, 24 de abril de 2020

Entre el crepúsculo y la noche

Hay una parte del cielo que es incierta.

Es la porción lumínica que va
desde el crepúsculo hasta la noche.
Ese escondite dilecto de las aves
que entienden el llamado del nido
y vuelven, siempre. Vuelven.
Sus apurados aleteos parecen
ansiosos habitantes de la quietud
imperante en el firmamento.

Pero es que en realidad,
se esperan mutuamente,
aves y cielo,
porque si él cediera de pronto su luz,
los nidos quedarían ocultos
y el caos se adueñaría de cada árbol
que ofrece su copa como cáliz,
a la vida.

Y si fueran las aves
las que desoyendo su instinto,
se internaran en sus nidos antes de tiempo,
se haría la catástrofe de sol.

No más aves que contemplar
ni cantos bellos en las ventanas...


María Inés Iacometti

2 comentarios:

  1. Una fotografía al atardecer. Que la comunión y el diálogo espiritual con nuestro entorno es posible. Que nuestra capacidad de asombro es ontolologicamente parte de nuestro ser.
    Nuestra bella Poetisa nos conduce a redescubrir esa capacidad de contemplación tan pero tan opacada por esa velocidad con la que va el mundo. Todo profana la atención vital dice una canción de Silvio Rodríguez e Inés lo subraya.
    Gracias.

    José R. Hernández V.

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    1. Tus palabras son un auxilio oportuno también, al rescate del atardecer.
      Gracias por tu intervención a su favor José.
      ¡Bienvenido!

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