Me pierdo.
Me elevo.
Me dejo viajar en la amargura
de una lágrima infinita.
Me duermo.
Me lluevo.
Me hago guiar por el camino
o sin romper el silencio,
te llevo.
Y vengo.
Despierto.
Me vuelvo a emocionar con las palabras.
Me siento.
Me encuentro.
Me asiste el privilegio de saberme...
Y soy.
María Inés Iacometti
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