martes, 12 de octubre de 2021

Soy... ¡Todos!

 


¡Oh dualidad esta vida!
Tan de tierra
y de inmigrante.

Soy todos los que vinieron
pero también
los que estaban.

No tengo recuerdos de furias
ni de tristezas.
No atestigüé los castigos
ni las desidias
peleas
que extinguieran las ideas
y hasta a los dioses
cambiaran.

Tengo blancura en la piel
y suavidad en mis palmas
pero veo los talones
agrietados
los sueños empobrecidos
armonías interruptas
caminos que se borraron.

Sé defender con palabras
lo que estimo
corresponde
y pienso
cuánto me falta
para saber lo que es noble
devolver a los sufrientes
sostenedores de nombres
en lenguas originarias
que antecedieron
pues, orden,
es recordarlos primero
con el orgullo debido.

Es mencionar lo que fueron
y rescatar del olvido
a los que siguen sus luchas
ya sin trajes o vestidos
pero con el mismo amor
con el empeño crecido
por el honor y la gloria
por el cielo que es cobijo.

Bendigamos a los Dioses
mío o suyos, es lo mismo
mientras nos quieran unidos
celebrando a nuestra Tierra
anudados en racimos
de manos que se entrelazan
de espaldas que dan abrigo.

No celebremos un día
de conquistas ni venganzas.
Celebremos que la sangre
nos ha quedado mezclada
y honremos a nuestros muertos
con el único estandarte
que se blande desde adentro.

Sea de Paz la bandera
más flameante de este tiempo.


María Inés Iacometti
12 de octubre de 2021

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