un día
los aromas de la infancia?
¿Volvería mi abuela
a sentarse en la vereda
con sus pies blancos
-exagerados en talco-
y su aroma a colonia alimonada?
¿Regresaría la nostalgia
con perfume a madrugada de domingos:
mates, radio y papá,
enhebrando sueños
en cañas de pescar?
O quizás,
se recrearía el invierno persistente
que pasaba inadvertido
por el calor del horno y mamá,
atareada en comidas caseras
(curadoras de apetito y frío
en unos pocos bocados).
¿Llegaría el aroma inconfundible
a sopa caliente de aquel tiempo
al comedor de la casa?
(Allí, con un poquito de esfuerzo
hasta podría colarse el abuelo
y su magia de rallar el queso
para que no se nos quemen los labios
al acercar la cuchara).
¿Correría el viento
una vez más
-con desenfreno y azahares-
desde el patio-paraíso
anunciando primaveras de triciclos,
montado a las risas
de mis hermanos?
Pienso que tal vez,
hasta regresaría la lluvia temprana
a prologarse con su humedad
en mis calles
que eran de tierra...
...
Detenernos, cada tanto...
Preguntarnos:
cómo olía el rocío de entonces.
Cómo las manos
de nuestros seres queridos.
Cómo la noche, la mañana...
Cómo el pasto, cómo el río...
Tal vez
nos alivie de a ratos
y nos vuelva, de a pedazos,
aquella frescura inocente
que -sin despedirse- se fue,
un día que no recordamos.
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María Inés Iacometti
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