miércoles, 15 de marzo de 2023

Y nos quedaste



Consuelo de mi alma.


Dulce néctar que va reverdeciéndome.

Estrella fugaz
decidida a olvidar su esencia
para quedarse conmigo
y consciente de su esplendor
habitarme.

Ademán primigenio no ejercido
que viene a ser en mí.

Anuncio resguardado
tan celosamente
que ni las hadas ni las aves
pudieron sospecharte en mi vida.

Melodía quieta de notas.

Cuando el universo descansaba de su obra
llamaste a mi puerta
como si todavía importara rescatarme
como si todavía
hubiera nuevas palabras que decir
y más sentires que estrenar.

No tuviste la cautela
de prevenirme a tiempo
y dejar que yo levante mis muros
cierre todas las entradas
encadene mis manos
apague mis ojos
duerma mis latidos.

Simplemente

en una eclosión inusitada
como si mi útero
aún estuviera en mi vientre
y a mis entrañas
les quedara vida,
me desdoblaste los contornos
por plegarlos con los tuyos;
me arrancaste la desidia crecida
sin temor a su condición
y me amaste, simplemente,
me tomaste para no dejarme ir,
con el firme propósito
de extinguir mis soledades.

A mí, que ya nada me anclaba,
me declaraste tu puerto
y nos quedaste
amor de nuestros últimos tiempos.


María Inés Iacometti

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