jueves, 31 de marzo de 2022

Sin interrumpirte


La canción decía

"no me dejes desaparecer"
y de pronto me encontré
pidiéndote lo mismo.

No me dejes desaparecer.
Quiero quedarme en tus huesos.
Quiero sentir que te vibro
en el universo conciso
de cada inspiración.

Saber que las estrellas
no están para contarlas
sino para amarlas
desde la injusticia
de verlas recién ahora
cuando llevan miles de años
ya muertas.

No me dejes desaparecer...
Aunque tenga preparada la mortaja
o me pueble alguna enfermedad
que me corroa.

Todos los días.
Todos los tiempos.

No me dejes desaparecer de tu alma
de tu cuerpo
de tu olor, de tu río
de tu calma con esperas innecesarias
de bravuras sin sentido.

Quiero quedarme en el fragor de tus luchas
y saber cuánto hay de cierto
en cada uno de tus sueños.

Embeberme con tus copas
y renacerte en abrazos
no estrenados.
Todos nuevos.

Mi corazón, ávido de vos,
te extraña
indiscutiblemente.

Cómo voy a hacer la confesión
-absurda confesión-
de amarte hasta el último momento
si hoy te estoy rogando:
No me dejes desaparecer...

En tus pensares
¡no hay postrer instante!
Me vuelvo de hierro
de menta
de fuego
de árbol
de agua
de canto
de hielo
de lágrima
y no quiero extinguirme

quiero ser más que el silencio
sin interrumpirte.

No me des la intemperie de tu amor
que de a ratos soy pequeña
intermitente en hazañas
pero vuelvo
como en olas
cuando tu soledad es tanta
que se desliza hasta mí
y precisa de mis alas.

Soy de piedra y de nube
soy de escarcha y semilla.
No me dejes desaparecer.
Nunca me pierdas de vista.

Quiero apelmazarme en tu historia
y habitarte
como un ocaso perenne
de esos que vimos juntos
de esos, que nos comprenden.

No importa que me lo digas
importa que no me sueltes.

No me dejes desaparecer
de vos, de tu piel,
de tu risa, de tu mente...

María Inés Iacometti

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