Esta nueva versión de mí
que me muere cada noche,
me despierta
en la sorpresa del sol,
del aire, del verde.
Constela siembras,
alumbra el grano
y mece los tallos
con aliento maternal.
Esta porción de nada y todo
amalgamada en un solo ser,
venida de tantas sangres
aportadoras de esencia,
deviene en arcilla
y decide armarse, formarse
transfigurarse a sí misma
las veces necesarias
al crecer.
Esta inexorable presencia
que ha apartado de sus pasos
la censura
y el flagelo de algún karma inverosímil,
hoy se yergue en gratitud
se multiplica, dice, canta.
Comprendió la matemática del dar
y ya no se divide.
Se nutre de instantes,
bebe manantiales no previstos,
deshace cargas y culpas,
aliviana esperas
adereza encuentros
y disfruta
sin medidas
otra oportunidad.
María Inés Iacometti